Un momento inmejorable para emprender

Mucho han cambiado las cosas des de finales del siglo XX hasta hoy en día. Todavía recuerdo mi viejo ordenador que se abría con TEOS o MS2, letra blanca sobre pantalla negra, llena de códigos y sin ninguna imagen. Tenías de ser muy técnico para entenderlo. Hasta el 1995 no llegan los ordenadores modernos, Windows, Apple. De portátiles, nada. Tampoco teníamos Internet y a los móviles de bolsillo les faltaban años para aparecer. Llamar a Argentina salía mínimo 3€ el minuto. La comunicación era muy primitiva.
Era la era industrial y económicamente el que tenía el capital, tenía el poder. Los negocios rentables requerían grandes infraestructuras, grandes inversiones, y estaban muy limitados a las personas con estos medios. Predominaba la mano de obra. Era el momento de las grandes fabricas de 2.000 o 3.000 trabajadores. El que no tenía el capital, o trabajaba para otro o era el empleado principal de su pequeño o mediano negocio. Negocios con un radio de acción limitado, con grandes riesgos, grandes inversiones, estocaje, almacenes, etc.
Hoy en día estamos a punto de desplazarnos en coches autónomos, eléctricos, cada habitante tenemos un teléfono inteligente, con el cual nos comunicamos con el mundo de forma gratuita e instantánea, compartiendo archivos, vídeos y cualquier clase de documento, accediendo a toda la información que en su gran mayoría está colgada en Internet, a un “clic” de distancia para cualquier persona. Hacemos reuniones virtuales por vídeo con personas a miles de km de distancia.
Los negocios, como la tecnología, han cambiado radicalmente. Hoy lo importante no es el capital, y incluso la fabricación ha llegado a cuotas de tanta eficiencia que requiere de poca mano de obra y por lo tanto ha perdido importancia en el mundo laboral. Hoy el enfoque está en los servicios. Queremos dar a nuestros clientes no tanto sólo un producto o un servicio, sino que les queremos ofrecer una experiencia. Innovar, crear nuevas ideas, ha tomado gran importancia.
Como consumidores, ya no nos conformamos con que el producto sea bueno y rentable, sino que queremos saber qué hay detrás del producto, qué empresa, qué personas, qué valores, qué forma de hacer, qué filosofía, etc. Por lo tanto, nos convertimos en consumidores conscientes.
Cuando queremos iniciar nuestro propio proyecto ya no estamos interesados tan sólo en los beneficios económicos como la era industrial, queremos que el proyecto esté alineado con nuestros valores, nuestros propósitos, etc. Queremos sentirnos útiles, aportar valor a la sociedad, poner nuestra aportación para contribuir a construir el mundo que deseamos.
Hemos pasado de una forma de hacer negocios individualista a una de más colaborativa. Antes para emprender un negocio eras tú contra el mundo, casi un superman para arrancar tu empresa y con un grado de competitividad muy importante. Hoy estamos todos interconectados, las distancias no existen y las personas han tomado importancia ante los capitales, emprendemos de forma colaborativa, donde cada uno aporta sus talentos a una comunidad que se enriquece del talento de todos.
Hoy vemos como grandes empresas globales, mayoritariamente en el mundo de la tecnología, han sido creadas por jóvenes colaborando entre ellos, creando de esta forma ideas revolucionarias que se han extendido por todo el mundo generando grandes riquezas y un gran impacto mundial.
Es el momento de emprender, es el momento de atrevernos, es el momento de conectar con nosotros mismos, con nuestros valores, con nuestros propósitos y ponerlo al servicio de la comunidad, de atrevernos a inventar y a innovar en este mundo de posibilidades. Muchos proyectos empiezan pequeños, pero no sabes hasta donde pueden llegar. Nunca ha sido tan claro como ahora.
Tienes los talentos para emprender y crear tu proyecto, conéctate con esta capacidad y toma acción hacia la vida que quieres.
Seguimos conversando!